Hace tiempo pensé en olvidar a una persona que significó mucho para mi. Tal vez lo pensé porque me lastimó mucho, y nunca entendí el porqué. Un tiempo de paz, y a la guerra otra vez.
¿Quién lo iba a pensar?
Cosas del destino, puertas sin abrir, lágrimas sin llorar. Todo eso pensé y mucho más. Tal vez hayan sentido o vivido lo que yo. Ponerme a relatar todo el cuento, sería hacerles perder su tiempo y sobrecargar estos servidores. Solo quisiera que supiesen que una persona en el mundo se ha sentido así, y que entiende lo que duele.
Me hayo entre el gozo, y el llanto. Entre la indesición y tormenta. ¿Por qué? Porque mi mente me traiciona y no me deja olvidar. Recuerdos bonitos enarbolados con encajes de esperanzas y sueños. Y es más difícil aún cuando tus recuerdos tienen nombre y apellido. Cuando esos recuerdos conversan contigo un día de verano y una noche de invierno. Tal vez no deba quejarme tanto, al fin y al cabo, hay más recuerdos felices que tristes. Pero nadie quita los ratos amargos, y es de sabios saber distinguirlos y separarlos.
Hoy despido esta pequeña carta, diciendo que atesoren sus recuerdos, y no dejen que uno amargo empañe todos los demás. Olvidar a una persona que queremos mucho es difícil, y realmente, nunca se puede. Pero tal vez, sea más importante, darse la oportunidad de que esa persona tome un valor menor que el de nosotros mismos, y así entender, que debemos seguir adelante.
Se les quiere y aprecia por leer cada vez que pueden este pequeñito blog de ideas.
-DS Razzmatazz.
